viernes, 14 de junio de 2013

lunes, 3 de junio de 2013

,



Había un penetrante olor a formol, que se impregnaba en la ropa con fuerza de nicotina. Las luces eran inciertas, amarillentas y tenues. En la penumbra no se podía distinguir a los empleados de limpieza de los espectros post-hospitalarios. Los vagos e inciertos sonidos que se dejaban oír en los pasillos oscuros hacían temblar el flequillo milimétricamente cortado de mi asistente, que trataba por todos los medios de no demostrar su nerviosismo. No estábamos en una tumba recién abierta; ni en el Hades, ni teníamos enfrente a Caronte el barquero. Estábamos en el cuarto subsuelo del Hospital de Clínicas de la UBA, frente a la puerta de su morgue.

Follow Us @soratemplates